miércoles, 26 de septiembre de 2012

El bus de los borrachos

Tyskie. La mejor cerveza de Polonia. La diferencia que tiene de alcohol comparada con una cerveza española es del 1%. Diréis que es poco, pero se nota. Eh, se nota.

Acababa de pasar un día de lo más curioso en la residencia. Conocí a mucha gente de muchos países. Sin ir más lejos, mi compañero de cuarto, Bastian, es de Francia. Estudia Ingeniería Civil y éste es su último año de estudios. Muchos estudiantes usan su último año para dedicarlo al Erasmus. Yo no me encontraba entre esos estudiantes.

Cogí la guagua dirección a la Galeria Krakowska. Tenía ganas de pasar un rato con mis colegas. Echar un parchís y beber unas cuantas cervezas.

Así que ahí estaba yo. Con 16 cervezas, caminando hacia el piso de los chicos. Me había metido dos bebidas energéticas en el cuerpo, y estaba como una moto. La tarde transcurrió entre risas y cerveza.

Es una putada ser el único que vive fuera del centro. Tener que esperar la guagua para irte a descansar es odioso. He maldecido mi suerte respecto a este tema desde que llegué aquí. Pero uno siempre se lleva sorpresas.

De madrugada, la única guagua que te lleva a Okulikiego es la 608. Sólo sale de madrugada, y las 5 AM deja de salir. La he bautizado cariñosamente como el bus de los borrachos.

Las marchas en Polonia acaban pronto. Si a las 3 AM no estás dentro de una discoteca, olvídate de entrar a ninguna otra. Sentado en la parada puedes ver decenas de jóvenes tambaleándose. Viejos trajeados que no pueden ni con su alma. Chicas hechas polvo en busca de un taxi. La cosa no pintaba bien para un extranjero como yo, pero no dejaba de resultarme gracioso.

A las 2 y media llegó la guagua. Éramos muchos esperándola. El panorama no podía ser más cómico.

En su marcha, la gente perdía el equilibrio a cada curva. Nunca había visto a un tío darse una ostia y no inmutarse. Se levantó y salió. Ni gesticuló. Yo sólo podía evitar soltar una carcajada.

Chicas juntas y acarameladas. Recordé las palabras de mi viejo amigo, Miguel, el italiano más loco que he conocido: "Qué.. ¿qué es eso?. ¡Uooooooh!. ¡SON LESBIANAS!. ¡Mira, mira, mira!. ¡Se están besando!. Que guarrillas, ¿no?". Todo un personaje.

Éramos tantos los jóvenes en el bus de los borrachos, que pensaba que todos nos bajaríamos en la residencia a armarla. Los más tranquilos, unas tres personas, incluyéndome a mi, fuimos los que nos bajamos. El centro es un lugar increíble para salir de marcha. Vale la pena la media hora de viaje de vuelta a casa, al menos para ésta gente. Creo que me va a empezar a gustar ser el único que use el transporte público.

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