Se estaba convirtiendo en costumbre eso de levantarme solo. Parece que mi compañero de cuarto siempre tiene algo que hacer. Me parece curioso, simplemente.
Me pasé la mañana aprovechando que el portátil seguía viviendo para conectarme a Internet. El pobre estaba muy machacado, y le empezaba a fallar el ventilador. Sin éste, mi HP no se molestaba ni en llegar al inicio de sesión. Otro bache en mi camino.
Dani y su compañero de cuarto, Eduardo, estaban almorzando en la cocina. Sus platos se veían deliciosos. Yo me disponía a hacer arroz con atún y un huevo frito... otra vez. No recuerdo cuántos huevos debía comerse uno por semana, pero yo desde luego había rebasado el límite.
"¿Qué cojones?", dije al abrir la nevera. La garrafa de agua que había puesto hará un par de días se había congelado. Congelado en la parte donde se conserva la comida, no donde se congela. "Las neveritas que este año están en los dormitorios lo petan", pensé. Dicho suceso, y el hecho de comer por tercera vez arroz, me hizo darme cuenta de que me urgía una pequeña compra.
El Leviatán es un supermercado que se encuentra no muy lejos de la residencia. Ideal para los estudiantes. Tiene lo justo para llevar una modesta compra a tu casa y vivir semana a semana.
Espaguetis, arroz, aceite, tomate... comida para un soltero que no sabe cocinar aún. "¡Pierogi!", exclamé al ver el paquete. Lo metí en la cesta sin dudarlo. Esa noche cenaría como un rey.
Maquinillas de afeitar, algunas chorradas más y a la caja. Debía darme prisa y prepararme para la noche, pues el plan de entonces era algo especial.
Después de sangrar medio litro sangre por culpa de la calidad de las hojillas de afeitar, me dirigí a la cocina. La gente de Balon estaba de lo más animada: cervezas, vodka, zumo por un tubo... y también leche. Timo, un chico turco de lo más singular, me ofreció un chupito de vodka con miel y leche. Exquisito. Te quema la garganta, pero que bebida no lo hace. Se hicieron las 12 PM entre risas y fiestas.
"Come on guys!, let's go!", dijo nuestra mentora polaca, que acababa de llegar. Nuestro objetivo era ir todos al centro de marcha. Destino: Base club.
Estoy harto de comprar billetes que no me van a revisar. Podría haberme ahorrado mucho dinero viajando de morro en la guagua. Supongo que así es como la gente baja la guardia.
Había una gran cola en la puerta del Base club. Polacos y Erasmus por doquier. Por mi condición de Erasmus, pude entrar gratis. Ventajas de ser extranjero, supongo. El ocio aquí está tirado.
La mejor discoteca que he pisado hasta ahora. Y si no, la segunda. Enorme. Lleno de gente. Full of people. Nos sacaron los ojos por tres chupitos de vodka puro, pero no nos importó. El ambiente era increíble, y la compañía no estaba nada mal. Hasta mis amigos, los de siempre, entraron en el Base con nosotros. "¿Te lo dije o no te lo dije?", me dijo Ángel, recordándome lo increíbles que son las marchas aquí. Sí que me lo dijiste socio. Y tenías razón.
Ya costaba aprenderse todos los nombres de los españoles que residíamos en Balon. Recordar el nombre de los del resto de países se me antojaba imposible. Muchas chicas y chicos increíbles, todos bailando y pasándolo bien. Bailé con tres chicas esa noche. La cosa mejoraba por momentos. Podía notar ese sentimiento de libertad. Esa sensación que te obligaba a cometer locuras, respetando, claro está, las normas cívicas más básicas. El miedo se perdía, y el valor te llevaba de su mano, directo hacia el centro de la pista de baile.
Al final de la noche, tuvimos que correr un gran trecho para no perder la guagua. Parece que todos mis días terminan conmigo cogiendo la guagua después de una marcha. Recordé las palabras que Marlon me dedicó al saber de mis aventuras: "Bueno loco, de momento parece ser que no te acuestas pensando ``vaya mierda de día´´ ". Con una sonrisa, me subí al autobús de los borrachos.
Coño, mi hermoso nombre aparece en esta historieta. Que ilusión! :D
ResponderEliminarNo eres tú, es otro º0º
EliminarMe da igual, es mi nombre :(
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