lunes, 1 de octubre de 2012

Día 17

Era domingo, y hacía un día precioso. Como siempre, la cocina estaba de lo más animada. Eso sí, hecho unos zorros. Cuán grata sorpresa fue el encontrarme con una chica limpiando los pasillos. Quise llorar de la emoción. "Menos mal", pensé.

Los días aquí me estaban pasando factura. Todos los meses que invertí en el gimnasio antes de venir aquí se estaban quedando en nada. Si hace un mes me hubiesen dicho de ir a jugar al fútbol, me habría reído. Cuando los chicos de la resi me ofrecieron jugar con ellos esa mañana... lo vi como una oportunidad. ¿Me había vuelto loco?.

He de decir que hacía mucho tiempo que no jugaba. Siempre fui el típico niño gordo que ponían de portero. Me gustaba. No corría, no sudaba. El puesto perfecto. Era mejor así. En cuestiones físicas, tengo dos pies izquierdos.

Nuestros contrincantes eran chicos de otro edificio de la residencia. Unos máquinas al balón. En mi equipo eramos la mayoría españoles. Teníamos que dar la talla. No la dimos. 6 a 0. Pérdida deshonrosa de la dignidad.

Acabé muerto. El césped estaba en pésimo estado. La gente se caía sin necesidad de chocarse unos con otros. Una experiencia bonita. Yo haciendo deporte. Todos los días pasa algo raro.

Después de una tarde tranquila, me preparé para, cómo no, salir de marcha. Esa noche saldríamos al Afera. Dani, los italianos Eduardo y Marco, y yo. Los domingo la cerveza estaba a 3 zlotys. Menos de un euro un vaso de medio litro. La noche pintaba bien.

Las calles estaban vacías. "Qué raro", pensé. Luego vimos que estaban todos resguardándose del frío en el Afera. Un domingo. ¿Éste país no conoce el descanso?.

Pasamos el rato los cuatro sentados dentro del local. Bebiendo, hablando y viendo a las chicas pasar. Sobre todo viendo a las chicas pasar. "Me encanta éste país", pensé. La noche se animó incluso más, cuando vi bajar por las escaleras al Pachorra Team. Buena compañía en un buen lugar.

Bailamos un montón. Algunos se engancharon a unas chicas enseguida. Y se dejaban. Aquí las chicas se dejan hacer. Sólo tengo cosas buenas que decir de este lugar.

Parecía que la noche no podía acabar mal. Y no acabó mal.... bueno, un detalle: me echaron de la discoteca.

Fue lo más tonto del mundo. ¿Sabéis esos arranques que os dan a veces y tener que patear o golpear algo?. Yo le di una patada a una pared al ver a un mujerón pasar al lado mío. ¿Una reacción exagerada?, correcto. ¿Estuvo justificado que me echaran por eso?, correcto también.

"Out!", me dijo un chico que trabajaba allí. "What?", respondí. "Out!!", replicó. "But my jacket..", dije. "You pick it tomorrow", respondió. Correcto.

"¿Que has hecho tío?", me preguntó Dani una vez fuera. La cosa tuvo su gracia. No era la primera vez que me echaban de un sitio. Tengo muchas historias de esas. "Nos hemos pasao", pensé. Le pedí que me recogiera la chaqueta y 2 zlotys para coger la guagua. Que haría yo sin esta gente.

Esperé una horita en el Carpe Diem y para casa. Mi primera armada en Cracovia. Por mi bien, espero que sea la última.

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