martes, 23 de octubre de 2012

Día 40

Se acerca el invierno. En Las Palmas, no sabría decir si no existe el invierno o si no existe el otoño. 15º el lo más frío que podemos llegar a pasar. Aquí he podido ver las maravillas del otoño: las hojas caer, días marrones pero no tristes... aun así, no dejar de ser un tiempo muy caprichoso. Te levantas con 6º y sales de clase a mediodía con 30º. Completamente sin sentido.

Mis días habían pasado muy rápidos. En lo que respectaba a las clases, había empezado por fin el curso de polaco. Es un nivel A0, para sobrevivir aquí más o menos. "Hola, ¿cómo estás?" ó "Mi nombre es..." eran algunas de las frases que nos enseñaron para empezar. Todos nos quedamos con la frase "No entiendo polaco", por si en un futuro nos abordaba un polaco perdido. A parte de eso, las clases eran divertidas. Ya me sabía hasta los números (que ya podrían haberme enseñado nada más llegar a este condenado país). El alfabeto era infumable. La C, S y Z sonaban idénticamente iguales a mis oídos, pero se veía que no era así. La W se pronunciaba como una B, la ł, una especie de L con rayita en medio, se usaba para pronuncia la W... un despiporre.

Lo pasaba bien, dentro de mis posibilidades. Tenía comida suficiente para aguantar hasta final de mes, pero mis existencias monetarias eran escasas. Lo justo para sobrevivir. Tener el bono de guagua de verdad que te salvaba la vida en más de una ocasión. Puedo ir a donde se me antoje sin gastar un duro. Podía esperar hasta final de mes para volver a tener dinero en las arcas. Además, mis compañeros de la residencia eran muy majos. Me ayudaban en lo que podían. Nunca estaba apurado por nada.

Por otro lado, las noticias que recibimos respecto al fin de semana próximo eran desconcertantes: nieve. Iba a nevar dentro de muy poco. ¿Me engañaban mis oídos?. ¿Me despertaría el sábado, miraría por la ventana, y vería el paisaje todo blanco y nevado?. No podía estar más excitado. Nunca había visto la nieve. Un sueño que no pensé que viviría a menos que subiera en coche al Roque Nublo en Las Palmas. En una isla tan pequeña, cuando pasa algo de ese estilo, es casi imposible verlo sin encontrarte a media isla por el camino.

Iba a ser una experiencia memorable... mi sonrisa desapareció al caer en la cuenta de que no tenía botas de nieve. No me esperaba ver nieve tan pronto. Espero que mis dedos canarios se tornen vikingos de aquí a unas semanas. "La que me espera", pensé entre un suspiro.

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