jueves, 4 de octubre de 2012

Politécnica de Cracovia

Mis estancia en este maravilloso país parecía verse reducida a comer, beber y salir de marcha. Un beca Erasmus no sólo se limita a estudiar en un país extranjero: te prepara para afrontar los desafíos que conlleva ser independiente, conoces gente de todos los países y culturas... mil y una razones que conocía y me quedaban por conocer.

No había tenido tiempo para pensar plenamente en ello. ¿Por qué me había metido en éste embrollo?. Nunca había sentido curiosidad por viajar. Era feliz con mi rutina. ¿Qué me impulsó a ello pues?. La conclusión a la que llegué fue la siguiente: no era consciente de ello, pero necesitaba un año así. Necesitaba un cambio.

Lejos de pensar en mi siguiente aventura nocturna, indagué en lo que sería mi nueva zona de estudios: la Politécnica de Cracovia.

No sabía decir si era un campus. Desde luego, comparado con la ULPGC, el lugar era infinitamente pequeño. Ni siquiera estaba seguro de si había más edificios, cerca o lejos, pertenecientes a la Politécnica que no fueran los que ya había visto en el centro. Lo que me tenía que preocupar a mí era que mis dos facultades estaban próximas la una de la otra.

El ambiente era muy otoñal en esa época: edificios marrones, las hojas de los árboles cayendo poco a poco, estudiantes marchando a toda prisa, tapados hasta el cuello por el viento... desde luego, en Las Palmas era difícil encontrar un lugar así. Mires a dónde mires, puedes divisar el mar.

Hay varias cafeterías y puestos de comida repartidos por todo el recinto. Un cajero para sacar dinero, un servicio de reprografía, e incluso un puesto para comprar material escolar. Y una pizzería Leoni, para los más gordos.

Mi facultad, Electrical and Computer Engeneering, aún estaba en obras. Pasillos sin pintar, paredes con agujeros... ¿de verdad esta gente acabaría las reparaciones en una semana?. En España, desde luego, no. Tenía suerte de tener asignaturas de la otra facultad, Physics, Mathematics and Computer Science. Tendría algo que hacer al menos.

Debía ir al segundo piso de mi facultad para ir a buscar mi carnet de estudiante. Dejé mi foto, mis datos y me despacharon. Resulta que hasta el lunes y 4 euros y poco menos, no tendría aún mi preciado carnet. Parecía que los baches no terminaban.

Aún seguía sin tener ocupaciones. Se hacía raro estar en un país extranjero viviendo por vivir. No me quejaba... solamente se sentía raro. Pero una experiencia Erasmus no se limitaba sólo a los estudios. Ése iba a ser mi año. Yo era el protagonista.

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