miércoles, 21 de noviembre de 2012

El fin de semana que no vimos la luz del Sol: parte 1

No daba crédito a lo que veían mis ojos. El Pachorra Team estaba cenando en la cocina, como de costumbre. Pero mis ojos no se posaron sobre ellos. Nunca pensé que me alegraría tanto ver de nuevo esa camisa de la Unión Deportiva Las Palmas, esa sonrisa que parece decir "soy un cabrón y me gusta"... Marlon estaba ahí, comiéndose una pizza tan, tranquilo.

¿Qué cojones?. ¿Cómo?. ¿Cuándo?. Habían pasado dos meses desde que lo vi por última vez, despidiéndose de nosotros en el aeropuerto de Las Palmas. Una eternidad, que de repente, se tornó en un instante.

La noche transcurrió entre carcajadas y buenos momentos. No tardaron en llegar Ángel y Juanda a la fiesta. Al menos siete canarios reunidos esa noche en un piso de Cracovia. La cosa no podía pintar mejor: cartas, música canaria, historias y risas... tener a mi lado a uno de mis mejores amigos me llenaba de júbilo. Tanto así, que no noté el escándalo que estábamos formando. No tardaron en echarnos la bronca por la bulla que estábamos causando.

No importaba. La fiesta en el piso había acabado. Era hora de recorrer las calles al estilo polaco. Íbamos a enseñar a nuestro argentino-canario-alemán preferido de que pasta estábamos hechos.

Desobediencia civil y más risas fueron nuestras parejas en las calles. Hubo un momento en que nos quedamos Marlon, el cumpleañero, y yo, solos. Me pareció entonces una buena idea llamar a nuestros amigos de Canarias, y reírnos un rato. Que mejor forma de sacar una sonrisa a tus seres queridos que viendo como te llama tu colega desde Polonia y pensar "¿Qué cojones?". Fue un momento muy bonito y entrañable.

Marlon y yo entramos al Carpe Diem 2 a mear. así que volvimos a separarnos de los demás. Ninguno sabríamos decir donde fuimos después esa noche, pero sí sabíamos donde la terminamos: en la Kiscth.

Una cola enorme nos separaba a los ya reunidos canariones de la entrada de dicha discoteca. No recuerdo cuánto tiempo esperamos, pero conseguimos entrar. El lugar estaba abarrotado. No encontrábamos por ningún lado el guardarropa, así que nos amarramos los chaquetones a la cintura, y a la pista de baile.

La Kiscth no tenía nada que las otras discotecas no tuvieran ya. ¿Qué la hacía especial entonces?: sus horarios. Mientras que otras discotecas abrían a las 11 PM y cerraban a las 4 AM, la Kiscth abría a las 6 PM y seguía abierta hasta las 7 AM. Todo un descubrimiento, sin duda... luego nos enteramos que también era una discoteca de "ambiente", pero ya llegaremos a eso.

La noche pasó en un suspiro. Bailamos mucho, vimos a muchos conocidos ahí dentro y seguimos bailando. Esa noche fue grandiosa, por muchas cosas.

Los tres mosqueteros, Marlon, el cumpleañero y yo, marchamos al piso a las 7 AM. El frío esa mañana era considerable, mucho más que de costumbre. Entre otras anécdotas, pudimos ver cómo un polaco casi le parte la boca a Marlon. Muy gracioso: "Do you want to fight with me?. Come on, try me!", le dijo el susodicho.

Los polacos tienen fama de ser peleones. Ellos mismos lo dicen. En Polonia, es una práctica normal el pelearse unos con otros en plena calle. Adoran pelear. Puedes ver a un cirujano y a un arquitecto dándose de ostias. Todo muy cordial y civilizado. Lamentablemente, sólo en Cracovia puedes ver a algunos usar armas. Los llamados Hooligans, la oveja negra del país. Cualquier polaco debidamente en sus cabales se avergüenza de ese hecho. Locos hay en todos lados, ¿no?.

Intentamos ignorarlo y nos salpicamos de ahí. Entre más risas (todo era risa y felicidad ese fin de semana) y casi coger una pulmonía, llegamos al piso y nos echamos a dormir. El primer día con Marlon había concluido.

4 comentarios:

  1. Menos mal que me avisaste de que no tenía que seguir mirándole a la cara, sino seguramente me la hubiera llevado xD

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