domingo, 27 de julio de 2014

El día a día

¿Qué haces cuando tu mayor preocupación es procurar que tu cuerpo tenga el sustento diario para sobrevivir? Pues vivir el momento, ni más ni menos. 

La idea del Erasmus era mucho más que el simple hecho de estudiar fuera de tu país natal. Mucho más que el hecho de independizarte, que el tratar con una cultura totalmente ajena a la tuya. El Erasmus es, para bien o para mal, un agujero negro en tu vida.

Es cómo empezar una partida nueva de tu videojuego favorito, importando el personaje con el que sueles jugar. No te das cuenta de la suerte que tienes en su momento, pero lo vives y lo disfrutas. Una ignorancia agradecida, que te permite vivirlo plenamente sin comerte el coco demasiado.

Cada día te levantas, resacoso de la fiesta del día anterior... y siempre había fiesta el día anterior.  Si tenías clase, desayunabas lo justo para que te diera tiempo de prepararte e irte a clase. Si no, desayunabas a la hora del almuerzo. No es algo que puedas decir con orgullo: "me levanto a las 2 de la tarde"... pero eh, no tienes ninguna preocupación, así que no pasa nada.

El ir a clase no influía para nada en este hecho: ibas, te sentabas, atendías y volvías a casa... aunque lo normal es que estuvieras preparado para el próximo evento socio-cultural del día. La universidad era fácil para los Erasmus: exámenes orales, trabajos relativamente sencillos... por supuesto, siempre estaba la opción para aquel que quería superarse a sí mismo. Sobra mencionar que yo no entraba en ese perfil.

Levantarse, comer, ducharse... y mucha cerveza con mucha gente increíble. 

- "Jesua, piwo?", preguntaba aquel que quería pasar un rato conmigo y una cerveza en mano, ya sea en la cocina, o en el césped de nuestra querida residencia. No necesitabas más. Y siempre eran conversaciones nada desaprovechadas, siempre con risas y cosas nuevas por aprender.

Ese era el día a día: sin preocupaciones. El futuro no existía, ya que no había mañana, sólo el momento.

Algunos dirán que exagero, otros estarán de acuerdo. Luego estarán aquellos que lo sintieron: el Erasmus es un agujero en tu vida, del cual no puedes decir nada malo. De ese agujero sale un nuevo tú, el cual se coloca en el hueco que dejaste hará un año de tu partida. ¿Entiendes lo que quiero decir?

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